De Un Hijo


No me des todo lo que pida. A veces solo pido para ver hasta cuanto puedo tomar. Dame solo lo que sea posible, justo y necesario y que yo merezca.

No me grites. Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar a mi también y yo no quiero hacerlo. Te comprendo mucho más y siento más tu cariño cuando haces y me dices serenamente las cosas.

No me des siempre órdenes. Si en vez de darme órdenes, a veces me pidieras dulcemente las cosas, yo las haría más rápido y con gusto. Cuando siento solo órdenes y gritos, no siento deseos de cumplir con lo que se me impone porque me invade una gran tristeza.

Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio dámelo. Pero también si es un castigo. Necesito confiar en tu palabra, tener fé en las promesas, y de ese modo, aprender a creer y a ser yo uno mismo una persona de palabra.

No me compares con nadie. Especialmente con mis hermanos, porque entre nosotros tenemos que amarnos y no envidiarnos. Si tu me haces lucir peor que los demás, seré yo quien sufra. Las comparaciones siempre duelen, por eso, cuán importante es sentirse querido por lo que UNO es en SI MISMO.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer, decídete y mantén esa decisión. De lo contrario voy a confundir frecuentemente lo que está bien con lo que está mal. Si tu me enseñas con seguridad a aplicar las buenas acciones y desechar las malas, yo aprenderé sin confusiones la enseñanzas que regirán mi vida.

Déjame valerme por mi mismo. Si tu lo haces por mi yo nunca podré aprender. Quiero conocer el mundo por mis propias acciones, mis experiencias y equivocaciones. Serán un bello aprendizaje. Guíame pero sin conducirme. Muéstrame el camino, pero déjame que yo lo recorra. Enséñame a ser tan obediente como libre y así me sentiré seguro con el mundo.

No digas mentiras delante de mi, ni me pidas que las diga por tí, aunque sea para sacarte de apuro. Así me haces sentir mal y perder la fé en lo que dices. Cuando yo hago algo malo, no me exijas que diga el "por que lo hice", a veces ni yo mismo lo sé. Pero si se que no lo hago en forma intencional. Solo ocurre. Comprende, aún estoy creciendo.

Cuando estés equivocado en algo, admítelo, crecerá la opinión que yo tenga de ti. Y me enseñas a admitir mis equivocaciones también.

Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos. Ya que por que seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser amigos también. Por el contrario, nosotros vivimos en el seno de la misma casa, compartimos mucho tiempo juntos, y que lindo que siempre podamos sentirnos amigos.

No me digas que haga una cosa y tu no la haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que TU hagas, aunque no lo digas. Pero nunca haré lo que tu digas, si TU no lo haces. Porque tus verdaderas enseñanzas, aquellas que nunca olvidaré, se nutren con tu ejemplo.

Cuando te cuente un problema mío, escúchame. No me dejes el peso de mis palabras. Dame tu tiempo, bríndame tu apoyo, trata de comprenderme y ayudarme. Y me sentiré reconfortado.

A través de tu verdad aprenderé a aborrecer la mentira.

A través de tu seguridad aprenderé a hacerme fuerte. Si me enseñas la libertad, aprenderé a defenderla para mí y para los otros, si me inculcas generosidad, sabré vivir sin egoísmo. Si me trasmites tu ejemplo, no olvidaré jamas tus palabras y tus sabias enseñanzas. Si me educas con humildad, sabré apreciar las virtudes de los otros. Si me inculcas la paz y la bondad, tendré las mejores armas contra la violencia de los hombres. Si cultivas mi conciencia de los más bellos valores que pueda atesorar un ser humano, seré, pues, una persona de bien, dispuesta a hacer algo por los otros y contribuir, aunque sea humildemente, al bienestar del mundo.

ABRÁZAME, quiero expresarte con cariño todo esto. Necesito sentirme amigo y compañero tuyo cada instante.

Anónimo
menu anterior menu principal